viernes, 21 de enero de 2011

El bosque de las setas gigantes

La cometa voló surcando algunos cielos de diferentes espesuras, climas, texturas y colores.

En su vuelo emocionante comenzó a divisar unas superficies convexas, de aspecto suave, como si fuesen camas gigantes. Su apariencia confortable le llevó a aterrizar, pues necesitaba tumbarse en alguna de ellas para descansar un poco después de tantas horas volando.

Según se acercaba pudo comprobar que se trataba de setas del tamaño de los árboles, todas eran iguales, grisáceas con blanco plateado, medio transparente parecido al aspecto de las medusas.

Cuando fue a echarse en el sombrero de una de ellas escuchó con quejidos y gritos: -¡Ey, tú, quítate de mi cabeza, que no me permites pensar! ¡FUERA YAAA!- dijo muy cabreada.
- Uy discúlpeme señor seta, no pensé que le molestase, sólo quería dormir, después de mi largo viaje...- dijo la cometa tímidamente.

- ¡No soy una seta! ¡ Y no me importa tu viaje ni que estés cansada!- dijo indignada y afligida.

- ¿Entonces, qué eres?- preguntó la cometa confusa.

- Soy un esporocarpio pensante, ¡ignorante, burra!- respondió molesta la seta. -Y tú debes de ser uno de esos pañuelos con el que se limpian los mocos las nubes, ¿no? Que suelen zarandearse por ahí creyéndose aves.-continuo la seta con cierta soberbia.

- Yo no soy un pañuelo de mocos señor. Me gusta viajar, sentir el aire en mi cuerpo, o convertirme en él, bailar, cambiar el color de las cosas, y cantar con las aves. Ellas son mi inspiración, me regalan sus notas, filtrándomelas con las gotas cuando el cielo nos nutre con su llanto.- le confesó la cometa.

- ¿¡Pero qué me estás contando!? ¡este pañuelo está chiflado! ¡fuera de mi vista loca! ¡cursi! Me entra dolor de cabeza con sólo verte. -dijo la seta a la defensiva al no entender, la experiencia de la cometa.

- Oiga, a mi no me grite señor pensante grúñón. Creo que debería usted salir a pasear un poco y que le diese el aire, aquí con tanta sombra y frío, y con esos compañeros tan callados o dormidos está un poco amargado.- le recomendó la cometa.

-¡NO, NO! ¡De ningún modo! ¿qué dices clinex tonto? Yo tengo que estar aquí, pensando, todo el día, sin parar, pensar, pensar y pensar... Resolviendo una serie de cálculos y estudios muy complicados, que sólo una mente privilegiada como la mía puede realizar. Para que la tierra no se escape. Pero claro, un harapo ignorante como tú no comprendería eso. Si me voy, la tierra se vuela y estamos perdidos, ¿te haces a la idea? ¡perdidos!. Comenzará a soltarse por ahí, grano a grano y nosotros con ella, como polvo insignificante. ¡Eres una irresponsable!- argumentó demasiado seria al seta.

-La tierra no se irá, la tierra siempre estará ahí, no es necesario que la pienses ni maquines nada con ella.- dijo intentado tranquilizar al señor seta.

- ¡Cállate ya! Me estas entreteniendo papelajo salvaje, por tu culpa, hoy se marcharán puñados de arena, vendrá "el que lo arranca todo" y la arena y nosotros iremos a un lugar que no se sabe dónde. ¡Ssh!- Y cerró los ojos muy fuertemente, ignorando ya a la cometa, aunque abriéndolos de vez en cuando para ver donde iba, pues en realidad, la seta, entró en un conflicto consigo misma. Deseaba volar, pero no podía y tenía miedo.

La cometa se echó en el suelo y durmió durante un rato, se sentía agotada, también debido al diálogo con el señor seta.

Al momento este gruñón la despertó, llevaba unos minutos haciéndose venenoso en su pensamiento. Le dijo que necesitaba saber cómo se veía la tierra desde arriba, que nunca había visto más que la que estaba bajo su cabeza y conocer "al que lo arranca todo". Pero mientras se lo contaba su voz temblaba, y miraba evadiendo los ojos de la cometa por no dañar su orgullo propio.

La cometa se puso contenta, a pesar del desprecio y quejidos insoportables del hongo engreido... sintió lástima por él, y decidió pues llevar a la seta para que viese la inmensidad del bosque donde habitaba, y un poco más allá de sus horizontes y pudiese descubrir que había muchísima más tierra, y bellas vistas de diversidad natural.

- Ponte sobre mi tejido señor seta, tú apenas pesas y puedo llevarte si te agarras a mis orejas-

Así los dos bien acomodados, despegaron a toda velocidad, y la seta empezó a marearse. Sus pensamientos se evadieron por unos instantes, dejó de examinar todo, y sintió una cosa muy bella en sí misma, mientras surcaban el cielo ésta se cambió de color, se volvió azul, y no fue porque se le estuviese revolviendo el estómago, si no porque se volvió parte del cielo.

Vieron cigüeñas verdes que llevaban en el pico flores y ellas parecían el tallo.

- Hola flores volantes- dijo la cometa a una de ellas acercándose a su ritmo de vuelo, - ¿Hacia dónde se dirigen?- continuo. - Vamos a sembrar estas flores semilla al campo de la Sorpresa. Un lugar donde las flores florecen inesperadamente, del color que a ellas les parece sin que nadie sepa como. - contestó la cigüeña-flor con tono calmado.

Y las siguieron...

viernes, 14 de enero de 2011

La cometa cobró vida.

Lucas es un niño muy travieso, él juega en el parque de los olmos morados todas las tardes de primavera y verano.

Se pasaba las horas danzando con su cometa, corriendo de un lado para otro, como si llevase un arco iris vivo que brotaba de su mano, la movía a su manera, y como era tan transparente brillaba a la luz del Sol.
El viento los mecía y bailaban, cantaban con los pájaros verdes que se llevaron el color de los olmos porque la cometa los levantó con su aire, y lo cambió por el del atardecer...



Lucas sabía que era una cometa mágica, él la sentía así porque cuando volaba, él volaba con ella y los colores se transformaban en el paisaje como se cambiaban los sentimientos del niño.

Un día sucedió algo muy enigmático, de pronto el cielo se puso gris como el plomo, y comenzó a llover fuerte, los rayos gruñendo llegaron a la cometa, y cambió algo en ella. Lucas la llevo corriendo a su casa. A la noche, mientras dormía, la cometa comenzó a hablarle: - ¡Shh! ¡Oyee...!- dijo entre susurros. Lucas estaba profundamente dormido soñando que era una nube y otra comenzaba a hablarle antes de morir en lluvia... abrazado a ella en la cama, empezó a moverse entre sollozos, la cometa insistió: -¡¡Lucas de lluvia!! ¡Despierta de una vez!- dijo la cometa un poco más alto.
- ¡Ay! ¿Qué sucede? ¿Cómo...?- dijo un poco asustado y maravillado Lucas. -¿Tú me estás hablando? Pero... si estabas en el sueño ¡no es posible que...!

- Oye Lucas, me tengo que ir. No tengo tiempo, el viento me está llamando, sólo quería despedirme de ti, y - dejarte un regalo. Mira este es un cachito de mi cuerpo-
le dió un pedacito de su tela de colores de la parte del medio donde latía su brillo. - Con él podrás escucharme aunque esté lejos, porque te contaré todo lo que vea en otros mundos, épocas, lugares inimaginables... y tú podrás contárselo a los niños y a tus amigos.-

- Pero no quiero que te vayas, ahora no... yo quiero que sigas jugando conmigo en el parque, ¡y ahora que hablas será más divertido!
-dijo con un tono de pequeña esperanza.

-No Lucas, me esperan aventuras, y a ti también, seguiremos unidos. Si tu voz habla de los cuentos que veré, yo te escucharé por el aire y seré feliz.

Y sin más la cometa escapó por la ventana, soltándose de las sábanas y guiñandole un ojo a Lucas, dándole una caricia con su trenza de oro.

- ¡Nos vemos amigo, hasta luego Lucas!-

Y así despegó por el cielo, y una lágrima calló en el cachito de cuerpo de la cometa, y quedó impregnado de una sensibilidad que permitía adentrase más profundamente en las cosas...




Aventura I