miércoles, 2 de febrero de 2011

El campo de la Sorpresa y el viento de hielo.

Volaron con las cigüeñas-flor, y a ellas les gustaba la compañía de una seta azul gigante sobre una cometa pequeña. Al seguir su ritmo de vuelo, y acercarse cada vez un poco más a una u otra, sonreían y con voces agudas cantaban mientras lo capullos giraban de felicidad.

Según iban acercándose al lugar de la Sorpresa, la luz se hacía intermitente. Había momentos en los que se hacía más luminosa cuando le tocaba encenderse, permanecía más rato. Era naranja amarillenta, como un atardecer constante y cálido.

El campo latía como la luz, y las flores que estaban allí eran muy extrañas, de muchísimos colores, variedades, formas... la hierba era roja rosada, sobre la superficie de aspecto de pequeño monte, donde no se vislumbraba el comienzo de su forma esférica. Un pequeño planeta rojo flotante en otro campo.

Las cigüeñas les contaron mientras se dirigían allí, que las flores una vez se sienten preparadas en el campo de la Sorpresa hacen un recorrido que las devuelve al mismo sitio, pero algo en ellas cambia. Durante ese camino se cubren de sombra, se detienen, cambian de color, y vuelven en un río como una submarina alfombra opaca, y cuando arranca un aire fuerte algunas desaparecen aprovechando ese momento...


Ya estando sobre el campo, las cigüeñas comenzaron a disparar con el pico todas sus flores semilla, y ellas abrieron sus pétalos ahuecándolos en pros del lanzamiento, como si fuesen pequeñas paracaidistas. Otros se tiraban sin preocuparse del paracaídas, de boca con la lengua afuera, otras agitaban los pétalos, los giraban como hélices, y también había de los que se tiraban en plancha impacientes... Fueron cayendo poco a poco en el campo. Las que estaban allí, les hacían hueco moviéndose un poco.

- ¡Yujuuuuu!- Decía una llena de júbilo. -¡ Yajaaaa!- otra con la boca abierta y los piños pétalo se le veían. -¡Yojooo!- con tono ronco y basto pero igual ilusionado de tirarse.

La cometa y la seta observaron aquello con gran asombro.

- Oye cometa, ¿y si yo también me tirase al campo de la Sorpresa?- preguntó sin pensarlo más de dos veces a su compañera.

- Sería poco común en tí señor seta pensante...- respondió la cometa observando entusiasmada a las demás flores caer como rayos de colores a una sangre de hierba.

- ¿Y qué problema hay en que fuese poco común en mí?- Preguntó la seta comenzando a preocuparse y a perder poco a poco su color azul.

-Después de tantos años en el frío durmiendo en sueños de conceptos y palabras que revisten la experiencia vivida, el tirarse es como dejar para siempre tu sombrero.- dijo la cometa.

De repente la luz intermitente se quedó oscura sin más parpadeos, y se escuchó una voz con mucha intensidad desde todas partes: - Yo tengo una amiga cometa, que ha cobrado vida y se ha ido a viajar por los mundos!- exclamó la voz de un niño como dando una noticia reveladora.
-Eso es mentira y te daré un puñetazo por inventarte eso bicho raro, aquí mando yo-
Y de trasfondo se escuchaban risas y burlas de otros niños, que duraron un rato como un eco que retumbaba con angustia.

Comenzó a hacer mucho frío en el campo de la Sorpresa, el viento se levantó agitando fuerte todo el paisaje. Las flores se quedaron silenciosas, paradas y agrisándose... A la esfera le costaba un poco seguir latiendo, porque estaba helándose poco a poco. Algunas flores salieron volando arrancadas, la tierra se alzó en el cielo con sus granitos de piedras.
La seta en el aire con su amiga, comenzaron a tambalearse, casi caen ambas... Había que actuar rápido pensó la seta.
Conectó su parte brillante aprovechando el silencio para encontrar el recuerdo de su impulso, y la seta tiró su sombrero al incorporarse de nuevo en su amiga, haciéndose más ligero.
Entre los dos irradiaron el vuelo, se hicieron rayo de luz intensa, acercándose a la esfera del campo, que temblaba. Fueron dando calor a las flores, que despertaban y estas hacían lo mismo con sus compañeras, unas daban calambres, otras tiraban agua de sus raíces a las caras de las demás jugueteando, o se acariciaban mutuamente. Daban besos, otras pellizcos, se lamían, se susurraban... poco a poco se retomaba de nuevo el latido del campo de la Sorpresa.

El sombrero de la seta estaba circundando por la esfera, y se comenzó a escuchar de trasfondo una risa de un niño cada vez que daba una vuelta más.

La seta una vez terminó la labor con su amiga, se tiró a la piscina rosa a modo palo, y se clavo en el campo.

La cometa se acercó hasta donde estaba bajándose al campo: - Señor seta es usted un hongo muy valiente, espero que tu paso por el campo sea agradable, ya se le empieza a ver más guapo...- le confesó su amiga. Y despediéndose le dijo: - Mira, te dejo este cachito de mi tela, para que te lo pongas en el pelo por si tienes frío- y le entregó un pedazo del sitio donde se lo quitó la última vez.

-¡¡Oh, vaya muchas gracias amiga cometa!! sin tu ayuda no hubiese podido hacerlo...- le contó la seta agradecida y emocionada. - Me pondré tu tela de orejas para apreciar esta mágica sinfonía de las flores y esucharte a tí en el viento.-
Se puso la tela como ojeras que eran sus pétalos, por donde comenzó a escuchar la brisa y alegría del niño, y las historias de su amiga.

De nuevo la cometa partió al aire, y la seta le lanzó un beso coloreándo un pensamiento de rojo rosado que la acompañó en su siguiente viaje.

2 comentarios:

  1. Este campo es misterioso...!
    Creo que yo también probaré y me tiro a ver sí... AAAAAAAAA!

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  2. las cigueñas nunca me han gustado pero recuerdo con gusto un cuento de cuando invito a comer a una zorra y sirvio la comida en botellas de cuello largo....

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