viernes, 11 de febrero de 2011

Los flamencos trompeta, el pez alado y la boca de fuego.

La cometa tenía el beso en su pómulo suave, y cada vez que se movía cambiando de dirección, se abría y se cerraba absorbiendo el sonido de la tierra que acentuaba su audición desde el aire. Como si penetrase en ella una atención aguda de los detalles de cada grano, un sentido que le pertenecía.

Se escuchaba desde lejos unos sonidos trompeteros que provenían de un estanque de agua amarillenta. Dentro del estanque había muchos seres con cuerpos de flamenco y trompa en vez de pico. El agua les cubría hasta el final de sus largas y delgadas patas, y metían su trompa como una pajita, dentro absorbiendo el agua. Después la expulsaban hacia arriba, como si de una fuente viviente se tratara.

Sin poder pasar desapercibida ante esa estrambótica escena se acercó al estanque y dirigiéndose a un grupo que estaba más cercano a la orilla, dijo:
- Hola, disculpen que les moleste, pero les vi desde lejos y me pareció muy divertido lo que están haciendo, ¿ en qué consiste?- preguntó muy curiosa la cometa.

-Hola señorita, estamos buscando letras del fondo del estanque.- dijo muy femenina en sus gestos y voz, moviendo sus plumas con exuberancia mientras hablaba. - Cuando encontramos una emitimos un sonido, y si alguien lo escucha lo dejamos en la orilla del lago.- Continuó explicando.
- ¿Y cómo sabéis que alguien lo escucha?- preguntó la cometa más intrigada.
-Porque recibimos una señal que es un pitido en nuestras alas como contestación.- Respondió bien convencido el flamenco, mientras seguía indagando con su trompa en el agua difrutándo de su labor.

Así entre chorros y trompetazos, los flamencos iban encontrando letras, eran de una simbología muy misteriosa se doblaban y desdoblaban, tenían espejos y piedras preciosas. Estaban en cuatro dimensiones, de un color azul fosforito y con un material muy especial que según la posición en que se mirasen se veían paisajes en miniatura completamente mágicos de colores muy hermosos.
Los iban depositando en la orilla y unos peces alados los recogían entrelazándolo en cadenas. Se disponían un pez delante y otro detrás. Lo enganchaban en su aleta y se dirigían a un río rojo haciendo sinuosos movimientos, con cuidado y fluidez.

Después de su asombro por ver aquello, la cometa observó a un pez alado que lloraba secándose las lágrimas en unos arbustos naranjas, estaba un poco desorientado y solo. Se acercó a él cuando se percató de que él también empezó a mirarla.

- ¿Qué te sucede pececito? ¿por qué lloras?- preguntó preocupada y tiernamente.
- ¡Buuuhh, buaaaahh! ¡ffssuhh!- sollozaba el pez alado. - Lo, lo... que me pasaaa... uuuh..., es, es que no puedo oíiiir, uaaahh... fsuuhh... Me, me, me meti en un agujero de las trompetaas... queriendo jugar a, a hacerlas cosquillaas y, y me quedé sordoo... bubuuuh... Y, y ahora no puedo hacer mi trabajoo... juumm...-
- ¿Necesitas oír para trabajar?- preguntó la cometa secándole las lágrimas mientras este empezaba a calmarse y hablar más claro.
- Si... porque los códigos llevan una secuencia sonora que nos guía hacia el lugar donde corresponde..., nunca hay uno igual, todos son distintos, y si te confundes de lugar por no escuchar bien, se genera un gran desastre... y lleva muchísimo esfuerzo repararlo.- Le explicó más despejado pero con los ojos rojos del llanto. - Y ahora tengo esta cadena, nadie quiere equivocarse yendo conmigo... - continuó diciendo un poco desanimado.
- Una vez me equivoqué guiándome por el tacto de la risa del sonido y me perdí en el tiempo, y se perdieron también muchos de los paisajes que llevaba... y todos vienen a mi cuando duermo pidiéndome que los regrese a su casa.- le confesó a la cometa.

Ésta escuchando atentamente al pez alado se quedó un rato pensando mientras le miraba y dijo: - Un amigo me regaló un beso que me permite escuchar lo que nunca había escuchado y tal vez, si me enseñas pueda oír esa secuencia de la que me hablas y podamos llevar juntos la cadena a su lugar.-

Sonriendo y esperanzado, el pez alado le siguió contando: - Es un código que va pasando por diferentes puertas. La primera está por aquí cerca. Sigue la letra que más te atraiga dentro de lo que vas a oír ahora.- dijo el pez alado mientras abría la llave de la cadena. Una canción preciosa llegó a los oídos de la cometa. Y el pez alado sentía un cosquilleo diverso.
Entre todos los sonidos entrelazados había uno más próximo a los demás que identificó la cometa. Y lo siguió por el bosque naranja que estaba detrás del estanque.

La cometa iba en la parte delantera de la cadena y el pez alado detrás, el sonido iba encauzando un camino seguro que entre los dos sentían sin dudar fluyendo por el aire acuático, dibujando un río rojo a su paso como certeza de que habían pasado y continuaban.

La puerta se escuchaba cada vez más cercana, se movían entre los árboles que les silbaban para distraerlos, agitándose al movimiento de baile de camino volado.

Comenzaron a ver que la melodía los llevaba a una montaña de fuego, o volcán que se encontraba al finalizar el bosque en una enorme cala de un mar de lava, y se temían que la puerta fuese la boca del volcán...

5 comentarios:

  1. Todo lo que sé de música, lo sé de oído. Así que... de oído seguiré a la cometa por la cadena ahora. Al menos el tono seguro que no lo pierdo, vamos... eso espero!

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  2. Siempre genial pasar por aquí...

    Saludos y un abrazo.

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  3. El pez que se ha quedado sordo es una persona que ha perdido su rumbo en la vida. Lo triste es que cuando perdemos nuestro rumbo, la gente nos abandona para que (como a amigos del pez) no les hagamos perder el suyo.

    Te seguiré leyendo con interés.

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  4. Es muy figurativo. Vienen a la mente las imagenes con mucha claridad.

    =D

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